Amanece.
La habitación se va tiñendo lentamente de una luz anaranjada que entra por la ventana y todo al interior del cuarto va tomando el color de una foto antigua.
La cama revuelta y sobre ella tendida, los cuerpos desnudos.
Uno de los cuerpos es el mío...por momentos salgo de mi cuerpo y miro la escena desde el techo (es una escena hermosa): ella duerme, yo la abrazo por la espalda. Ella no es gorda, no es flaca, no es hermosa. No es esa clase de diosa que reina desde la portada de alguna revista de papel cuché. Ella es otra clase de diosa. la diosa de la calma y de la tranquilidad y eso la hace bella.
Un ruido de pájaros y relinchar de caballos la despierta, se quita remolonamente el cabello del rostro y me mira. Ambos sonreimos y decidimos continuar con lo nuestro: ella esperandome tiernamente en los aposentos de mis sueños y yo, a levantarme y al trabajo...que otra vez estoy atrasado.
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