martes, 21 de septiembre de 2010

LA CHILENIDAD, QUE LE LLAMAN (Reflexiones chantas post-bicentenario mula)

Harto raro esto del supuesto bicentenario. Las distorsiones históricas no me permiten celebrar tranquilo, prefiero dejarlo en que estamos en fiestas patrias y quitarle lo de los famosos 200 años. Me pregunto cómo será el 18 de septiembre en 100 años mas ¿estaremos celebrando el día nacional de la cumbia? ¿Los escolares del futuro recordarán a Arturo Prat como un héroe de guerra o como un chico-reality?.

En fin, tratando de ver el vaso medio lleno me parece buena cosa que se aproveche esta fecha para reflexionar acerca de la tan mentada chilenidad, que le llaman.

Es divertido ver como tratando de de “parecer” chilenos se intenta ocultar lo que en realidad somos.

Partiendo por el hecho innegable que Santiago no es Chile, justamente es en la capital de la república donde es más notoria esta pseudo chilenidad de oficinistas que se disfrazan de huasos con chupallas made in china o de pobladores que por una noche en el año cambian el reggetón por las cuecas (aunque nunca tanto). Para ser justo hay que señalar que en provincias la cosa es mucho más auténtica, pero eso es harina de otro costal.

No faltan quienes decretan con el ceño fruncido que “se han perdido las tradiciones” y tratan infructuosamente que los niños cambien el play station por el trompo en un inédito derrame de chilenidad que –dicho sea de paso- se diluye junto con septiembre.

Sin embargo soy un convencido que lo que se tiene no se demuestra y que la chilenidad se nos escapa por los poros por mucho que tratemos de evitarlo, si al fin y al cabo no podemos evitar ser chilenos por mucho mall, shopping center, coffee-break y touch and go que queramos ponerle.

Todo lo que hacemos está teñido por nuestra particular y chilenísima forma deber la vida. A fin de cuentas, la chilenidad también incorpora aquellos aspectos que nos desagradan de nosotros mismos: Tratar de aparentar algo que no somos es un rasgo muy chileno y también se manifiesta cuando los santiaguinos queremos tratar de parecer campesinos siendo animales urbanos. ¿Qué se han perdido las tradiciones en Santiago? Claro que si! Si desde que yo era un escolar (hace ya un montón de años) que estaba prohibido jugar al caballito de bronce, al trompo, incluso al pillarse. En algunos colegios en que estuvo mi hijo, incluso estaba prohibido correr!! Y así no hay tradición que se mantenga.

Hay que sacarse los prejuicios para ver con claridad, pero algo que parece tan obvio es difícil en una sociedad prejuiciosa como la nuestra. No sólo lo tradicional es chileno. La cultura es dinámica y la chilenidad también tiene que ver con los complejos de inferioridad de la autoestima nacional.

Sin embargo me queda grande el poncho de la chilenidad y no sería capaz de definirla….es más, no creo que exista algo así como el “chileno típico”. Siempre que se intenta describir al “chileno típico” (o chilena, pa’ que no me reten las feministas) se cae en clichés o define a sólo un segmento y deja fuera a todo el resto. Pero sí creo que es necesario cada cierto tiempo observarnos, conocernos, re-conocernos como personajes que vivimos en el tiempo que nos toca.

Somos lo que somos y no otra cosa. Es lo que hay.