sábado, 26 de diciembre de 2009

NOTAS DE TRINCHERA (Cuento)

He perdido la cuenta del tiempo que llevamos metidos dentro de esta trinchera. Se nos ha ordenado mantener nuestra posición, esperar al enemigo y presentar batalla si es necesario. Sin embargo, el enemigo no se presenta. Ya no sé si han pasado semanas meses o años.En el día nos preocupamos de limpiar nuestras armas, comer algo caliente y bromear acerca de la guerra. Al principio nos manteníamos en alerta permanente, pero al pasar los días sin que el enemigo se presentase comenzamos a relajarnos. A veces escuchamos el sonido de un motor a lo lejos o el rumor de un avión en el cielo, entonces corremos como poseídos a ocupar nuestras posiciones. El comandante grita las órdenes con energía pero a la vez nos transmite calma y seguridad.
-¡Atención!! ¡¡Se aproximan tanques enemigos, todos a sus posiciones!! ¡¡cohetes listos!!
…..
La tensión aumenta, pero nada. El rumor se aleja y después de un buen momento escuchando el silencio, volvemos a nuestra rutina diaria.
No recuerdo ya la última vez que sentí caer un proyectil enemigo…¿alguna vez cayó un proyectil enemigo?
Se nos ha prohibido estrictamente asomarnos a mirar por sobre la trinchera durante el día. Sólo el comandante puede hacerlo (es por seguridad, por temor a los francotiradores enemigos –dicen-) por eso nos gusta la noche. Nuestras noches son casi siempre despejadas, el cielo se llena de estrellas. Nosotros jugamos a buscar formas en el cielo, apostamos cigarrillos a quién es el primero en divisar una estrella fugaz y niñerías por el estilo…las noches son hermosas.
La batería de la radio se agotó hace tiempo, por lo tanto no tenemos ninguna noticia del frente ni del mando central. Un camarada le ha preguntado al comandante -¿qué vamos a hacer?- El le ha respondido con dureza:
-¡Cumplir nuestro deber! Somos soldados, nuestro deber es cumplir las órdenes y nuestra orden es mantener la posición y esperar al enemigo.
Pero el enemigo sigue sin aparecer y todo parece tan irreal que incluso he llegado a dudar de nuestra propia existencia ¿y si fuéramos fantasmas? ¿si no fuéramos más que espectros anclados en el momento de haber sido vaporizados por una granada termonuclear y condenados a permanecer en esta trinchera por toda la eternidad? ¿Realmente será así morir? …no, no puede ser. No puede ser tan injusto nuestro destino. Tiene que haber otra opción a pasar eones inmersos en una guerra que ninguno de nosotros eligió. Muchos de nosotros tuvimos madre, novia e incluso hijos, pero dudo que alguno recuerde el olor de una mujer o la textura de la piel de un niño. Les he comentado esto a mis camaradas, pero ellos sólo ríen de mala gana y no dicen nada.
Tenemos raciones para resistir doscientos años en estas trincheras, sin embargo vivimos con lo mínimo, nuestros uniformes, nuestras chaquetas –otrora orgullosamente rojas- están raidos y sucios y los colores de nuestra bandera ya casi no se distinguen por lo desteñida que está a causa del sol y del viento. Los días pasan rápido, hemos perdido la cuenta y nadie –ni siquiera el comandante- podría decir a ciencia cierta en qué fecha estamos, en todo caso ese dato no es relevante para saber que esta guerra ha durado demasiado. Quisiera que el enemigo se presentara de una vez y morir en batalla cumpliendo mi deber de soldado…pero todo sigue igual; hace tiempo que no escuchamos motores ni aviones. Hace unos días escuchamos el canto de un pájaro, incluso casi podría asegurar que hace un par de noches atrás oí risas y algo como música muy a lo lejos. Se lo dije a mis camaradas, pero nadie más lo escuchó ¿me estaré volviendo loco? ¿quién podría ser capaz de celebrar y reír así en medio de esta cruenta guerra? ¿y que tal si ya no existe la guerra? ¿Qué tal si las risas y celebraciones son por el fin de esta odiosa guerra?.
El comandante halló la forma de hacer funcionar la radio generando electricidad a partir de desechos orgánicos, pero no se escucha nada más que un siseo monótono, no hay ninguna transmisión. Nos miramos las caras desilusionados; después todos hemos mirado al comandante y él nos ha alentado mediante una arenga patriótica (que no me tomé la molestia de oír) a cumplir las últimas órdenes conocidas mientras no exista una contraorden. Creo que el comandante también ha comenzado a cansarse.
Me ha comenzado a aflorar casi como una obsesión la idea de asomarme a mirar por sobre la línea de la trinchera. Entre broma y broma se lo he planteado a mi compañero de guardia, pero de vuelta sólo he recibido una gélida mirada y una aún mas fría respuesta: -Como te atrevas a hacer eso, yo mismo te meteré un tiro en la cabeza. No puede afectar de esa manera la moral de la tropa...¡¡tenemos que ser uno!!.-
Pese a la inesperada respuesta de mi camarada no puedo dejar de pensar cómo será el exterior. Lo único que he visto en quizá cuanto tiempo es este hoyo mugriento, mis camaradas y el cielo…
-¡¡ALERTA GENERAL!! ¡¡EL ENEMIGO SE APROXIMA!! (truena la voz metálica del Comandante)
Todos corremos a nuestras posiciones, preparamos nuestras armas y aguzamos nuestros sentidos por una, dos, tres horas…pero nada. Creo el comandante se ha dado cuenta de nuestras disquisiciones y ha inventado esta alerta para que dejemos de pensar, pero yo no puedo dejar de pensar en lo que hay allá afuera; tal vez la guerra terminó y nadie ha tenido la gentileza de avisarnos o tal vez el enemigo está ahí fuera esperando pacientemente a que finalmente nos rindamos por cansancio o nos volvamos locos…lo que suceda primero.
Anoche lo hice…me asomé por sobre la línea de la trinchera: mi compañero de guardia comenzó a dormitar y sin pensarlo dos veces miré al exterior antes que espabilara. No sé cuánto tiempo estuve mirando (estando aquí he perdido la noción del tiempo) sólo recuerdo que vi una extensa llanura a la luz de la luna y muy a lo lejos las luces de algo que podría ser un pueblo, una pequeña ciudad…o el campamento enemigo.
No puedo dejar de pensar en el apacible paisaje de anoche: la extensa llanura ondulada por suaves lomas que se recortaban nítidamente a la luz de la luna, aquella pequeña y distante ciudad (porque estoy seguro que era una ciudad. No se distinguían alambradas, ni humo, ni reflectores escudriñando el cielo) ¿estará allí el enemigo realmente? ¿y si no hay ningún enemigo? ¿y si no hay ninguna guerra? El comandante ha llamado a una nueva alerta general, pero yo ya sé que no es más que una triquiñuela para mantener nuestras mentes ocupadas. No puedo dejar de pensar en el paisaje de la otra noche mientras cargo los cohetes anti-tanque…tengo la certeza de que ningún enemigo va a venir. Esto ya no tiene sentido para mí…quiero salir de aquí.
Ha pasado tiempo desde la última alerta. No sé cuanto tiempo. No me he vuelto a asomar por sobre la línea de la trinchera, pero siento que no me hace falta volver a mirar al exterior para saber lo que quiero, sin embargo algo en mi ha cambiado: ya no pienso en que quiero salir de aquí….ahora pienso que voy a salir de aquí. Ya no hay dudas, ya no hay miedo; cualquier cosa que haya allá afuera no puede ser peor que esto. Si he de morir moriré, si he de caer prisionero caeré prisionero con la mayor dignidad y si no pasa nada de aquello, sin duda seré feliz.
No es cierto que no tenga miedo. No sé lo que hay allá afuera y lo desconocido me llena de pavor, pero últimamente pensar en la posibilidad de seguir en este infierno de las trincheras esperando sempiternamente por un enemigo que nunca aparece me eriza tanto la piel como el pensar en lo que puede haber allá afuera.
………
El sol comenzaba a recostarse sobre las montañas, había comenzado a hacer frío. Todos nos pusimos nuestras -alguna vez rojas- chaquetas de paño para abrigarnos. Íbamos a comenzar nuestra habitual ronda de cigarrillos cuando el comandante llamó estrepitosamente a una nueva alerta general:
-¡¡A SUS PUESTOS!! ¡¡EL ENEMIGO ATACA, ESTA VEZ NO HAY DUDAS!!
Todos corrieron como endemoniados a sus posiciones dejando tras de sí un reguero de cigarrillos a medio fumar y jarros de latón desparramados por el piso. Pero yo no corrí. Aproveché el momento de distracción para saltar sobre los sacos de arena amontonados al borde de la trinchera y después con un par de ágiles movimientos salté la primera y luego la segunda alambrada y corrí en la dirección opuesta del supuesto ataque. Cuando el comandante se dio cuenta de mi escapada comenzó a vociferar como un loco para que regresara y luego ordenó disparar sobre mí.
-¡¡Disparen, disparen, maten a ese traidor y cobarde!! ¡¡ Mátenlo!! ¡¡MATENLO!!
Las balas comenzaron a silbar sobre mi cabeza y después cada vez más cerca…sentí un golpe en la espalda, caí al suelo y no supe más.
Cuando desperté, ya no había disparos. Abrí los ojos y el cielo estaba hecho un cóctel glorioso de estrellas –estoy muerto- pensé -¿así que esto es morir?... pero no. No estaba muerto; lo supe por un fuerte calambre que me recorrió por todo el cuerpo
-No estoy muerto, los muertos no se acalambran- pensé, y comencé a recordar todo: la huída, los disparos y mi caída ¿qué me golpeó? Debe haber sido sólo una piedra que rebotó fortuitamente a causa de los disparos. Seguramente me creyeron muerto y dejaron de disparar, además tienen tanto miedo de salir de la trinchera que seguramente nadie se aventuró a venir a verificar si continuaba o no con vida. Me levanté trabajosamente y comencé a caminar. Todo el cuerpo me dolía creo que el esfuerzo de la huida fue demasiado después de tanto tiempo metido en aquella horrible trinchera sin hacer ejercicio.
A la distancia estaban aquellas luces de la…¿ciudad? Me detuve a contemplarlas, eran hermosas, era como si un pedazo del cielo se reflejara en un lago ¿y si fuera eso? ¿y si no fuera más que un espejismo?. Sólo había una forma de saberlo y comencé a caminar como hipnotizado, como un zombi solitario en plena noche en dirección a aquellas luces.
Caminé varias horas (en realidad no podría asegurarlo, sólo sé que caminé mucho). La luna era un espectáculo magnifico. Una brisa tibia acariciaba mi rostro, había olvidado esa sensación, la sensación de caminar, la sensación de mirar el horizonte recortado por la luna. Todo aquello era tan nuevo para mí siendo que seguramente lo había experimentado en algún momento de mi pasado. Una tibia sensación comenzó a anidarse en mi pecho y luego comenzó a recorrer mi cuerpo hacia mis pies, mis manos y mi cabeza; era tan dulce y agradable esa sensación que sin darme cuenta comencé a sonreír primero, luego a reír y luego a reír a carcajadas. Mi vida estaba completa, en ese momento podría haber aparecido el enemigo o el diablo en persona y no me hubiese importado nada pues en esa extensa caminata había sido feliz como no lo había sido en muchos años.
Al acercarme a las luces, al estar lo suficientemente cerca pude darme cuenta que efectivamente se trataba de una pequeña y hermosa ciudad, muy luminosa, con guirnaldas de luces colgando de los árboles y un sonido alegre y saltarín provenía de ella ¡era música! Realmente era música! La ciudad estaba de fiesta ¿pero que estaban celebrando?
Comencé a correr hacia la ciudad saltando y riendo, pero las piernas comenzaron a dolerme más y decidí calmar mis ímpetus y seguir caminando. De pronto divisé no muy lejos de mí un grupo de niños y niñas ¡niños y niñas! Que jugueteaban y correteaban alegremente ¿Dónde estaba el enemigo? ¿Dónde estaba la amarga y cruenta guerra de la que nos habían contado?. De pronto, una niña me vió y se quedó como petrificada. Los demás se dieron cuenta y se voltearon a mirarme…algo comentaron entre ellos y luego estallaron en júbilo:
-¡¡Es Papá Noel!!
-¡¡Mirad!! ¡Ha llegado Papá Noel! Mirad su barba y su cabello blancos.
- Yo le hacía más gordo- Dijo uno con un tono escéptico.
-¡Mirad su chaqueta roja! No hay duda, ha llegado Papá Noel, ¡FELIZ NAVIDAD!,¡FELIZ NAVIDAD A TODOS! ¡Escuchad cómo ríe!
Y reí, es verdad que reí como nunca y los niños hicieron una ronda a mi alrededor, me tomaron de la mano y saltando y cantando villancicos me llevaron a la ciudad. Y yo reí porque me dí cuenta en ese preciso momento que me había convertido en un viejo, no era más que una persona que se había pasado la vida metido en esa trinchera muerto de miedo ante un enemigo inexistente hasta convertirse en un viejo. En un primer momento no supe si reír o llorar, pero dado que todo a mi alrededor era fiesta elegí reír, a fin de cuentas ¡Linda broma me había gastado la vida!
………….
A veces, por las tardes a la hora del crepúsculo miro al horizonte, hacia las montañas, hacia el lugar donde deben estar aún las trincheras, esperando a ver si algún otro de mis camaradas se animó a salir de aquel horrible lugar. Me da tristeza pensar en que ellos siguen allí, pero luego pienso en mí y sonrío.
-Yo estoy aquí- me digo –me decidí a salir y ahora estoy aquí, convertido en un viejo canoso y remolón…pero salí de ahí y cambié mi destino…más vale tarde que nunca.

miércoles, 24 de junio de 2009

LAS ESTUFAS NO TIENEN NINGÚN BRILLO

No es lo mismo hacer sopaipillas en un día normal que hacerlas cuando llueve: tiene su encanto eso de amasar y amasar al ritmo del crepitar de las gotas sobre el techo (mejor aún si el techo es de planchas de zinc) y le da un sabor especial cuando el olor del zapallo cocido se entremezcla con el olor a tierra mojada.
No hay experiencia que se compare a degustar una sopaipilla caliente, recién frita con un mate en la otra mano mientras se mira por la ventana el paisaje nublado y oscuro de un día de lluvia con el agua corriendo, buscando su cauce por los lugares más recónditos de la calle, del patio y de los árboles.

Hay ciertas cosas que deben conjugarse para que se produzca la magia por eso cada conjuro es una fórmula...cuando hace frío (como en estos días en que el invierno se dejó caer de improviso, cuando nos habíamos acostumbrado a un estado primaveral que ya empezaba a fastidiar) no da lo mismo cómo hacerse de calor para nuestro hogar.
Hoy por hoy existe variedad de estufas cada cuál mas tecnológica y sofisticada: ecológicas, a gas, eléctricas, japonesas y un largo etcétera. Pero ninguna logra aproximarse siquiera a la magia de un fogón encendido, a la experiencia tribal y ancestral de hacer fuego con leña, de conjugarse con la naturaleza para transformar su fruto muerto en energía de vida y calor de útero.
No me imagino disfrutando la complicidad de una buena conversación sentado en la alfombra al calor de un buen vino junto a.....una estufa Toyotomi.
El calor de la leña, ese acogedor, íntimo y sensual bien-estar... un lugar iluminado sólo por el fuego invita a la complicidad y a abrir el corazón haciendo inevitable el encuentro. El fogón es hermoso porque brilla y nutre, porque nos necesita para seguir dándonos su calor y por lo tanto no es un ente pasivo y porque en el fondo -y para quien lo sepa ver- es una metáfora de nosotros mismos.

domingo, 14 de junio de 2009

PSICOLOGÍA DOMÉSTICA

Me he dado cuenta que los (mis) recuerdos estan pegados a las cosas y que es imperativo buscar un modo en el que éstos no se diluyan cuando ya no exista el objeto que los cobijaba.

He ahí el meollo de la transición del pensamiento concreto al pensamiento abstracto.

viernes, 5 de junio de 2009

martes, 19 de mayo de 2009

EL AMOR, LAS MUJERES Y MARIO BENEDETTI


Apuntes sobre la eternidad

Hasta que finalmente te fuiste, viejo lindo. A fin de cuentas nada es eterno, pero en tu caso es distinto: al momento de morir empieza tu eternidad pero tu ya lo eras. Eras eterno antes de pensar siquiera en dejarnos.
Tu gran mérito fue transfomar la poesía en esa mosca insolente que se coló sin permiso en las calles, en los bares, en las oficinas, en los tugurios malolientes, en los burdeles, zumbando en la oreja de los tiranos, en la cama del hombre solitario y tantos otros lugares que son la antítesis del Olimpo.
Sencilla y compleja como la vida misma, tun poesía sale al encuentro de las personas comunes y corrientes en cada feria artesanal, en los sones de Serrat, de Sandra y Celeste o haciendo cameos en alguna película de Eliseo Subiela.
Contigo una generación completa encontró las palabras justas para decirle a los dictadores o a esa amiga que amábamos en secreto o a esa que amábamos a voz en cuello.
¿Ves, viejo lindo, viejo charrúa ciudadano del mundo? ¿ves cómo se ha ido construyendo tu eternidad desde la vida misma? ¿ves cómo no fueron necesarias las extravagancias ni las revistas de farándula? porque tu estás, ahí simplemente. Estás y seguiras estando.

Chau viejo lindo, de seguro nos vemos por ahí algún día y nos tomamos un café. De seguro en el cielo hay algún bolichito piola...como esos de Montevideo.

martes, 12 de mayo de 2009

SENTIR LA LLUVIA


Demasiado tiempo añorando sentir el agua sobre mi rostro como un beduino perdido en el desierto. Escudriñando el cielo con paciencia de añañuca esperando el momento de florecer. Oliendo el aire con escepticismo, escuchando el informe del tiempo como quien escucha las promesas electorales de algún politicastro...
El sonido de las primeras gotas se asoma con timidez sobre el techo de zinc obligándome a bajar el volumen de la radio para escucharlo mejor y finalmente no cabe duda: no son las últimas hojas del almendro de la casa verde, es la lluvia. Por fin la lluvia.
Salgo al patio y miro al cielo con los brazos abiertos (me gusta mirar las gotas en caida libre hasta estrellarse con mi rostro) en pocos minutos las gotas en mis anteojos me nublan completamente la vista. El suelo comienza a llenarse de puntitos oscuros: uno, dos, diez, miles hasta cubrir completamente todo. Todo el patio, la calle, el cerro responden desprendiendo un delicioso artoma a tierra mojada transformando el incipiente aguacero en una fiesta de los sentidos.

Suena mi teléfono, es mi hermana que acaba de salir de su trabajo...quiere que la espere con sopaipillas.

miércoles, 15 de abril de 2009


Me gusta esta foto. Tiene perspectiva, hace un juego interesante con las luces y las sombras y temáticamente tiene ese "qué sé yo" que no deja indiferente. Sin embargo, para poder apreciar la belleza estética de esta imagen se me hace necesario escindirme y dejar de lado mis sentimientos personales.

Mi casa se incendió el pasado viernes santo. He repetido en tantas ocasiones las circunstancias del siniestro que no pienso escribirlos aquí...simplemente porque no me da la gana. Prefiero hablar (lo necesito) de la vorágine de sentimientos, emociones y sensaciones que he vivido todos estos días. Debo haber activado algún mecanismo de defensa producto del shock de la primera impresión para poder mantenerme fuerte y equilibredo frente la emergencia. Sólo por estos días he logrado tomar real conciencia de todo o que ha pasado: de un plumazo una parte importante de mi vida se redujo a cenizas e incluso estuve cerca de la muerte, sin embargo aún con todo eso me siento tan liviano como una semilla de cardo. "El fuego purifica" me han dicho algunas personas, y yo creo que es verdad.
¿Qué te querrá decir la vida con todo esto?. me lo preguntan y me lo pregunto yo a cada rato desde el viernes en la mañana...no lo sé, pero sé que la respuesta a esa pregunta será revelada en algún momento. Lo que siento en este momento es que a través de el fuego que consumió mi casa con todas mis cosas dentro, he sido sometido a una purificación necesaria y urgente, tal como lo expresa la temática de este Blog que tiene que habla de renacimientos, de caer y levantarse, del deber de amor que atodos nos asiste como misión de vida. ¡¡¡Vaya forma de renacer!!!, ¡¡vaya forma de comenzar de cero!!
¿Qué me querrá decir la vida?

viernes, 9 de enero de 2009

MI DICTADOR FAVORITO




Quedo esbozada sin poder materializarse como corresponde (me refiero a un buen vino mediante) una interesante discusión respecto del último articulo de mi amigo Pablo Gómez titulado "Libertad, igualdad y revolución cubana" (ver link en este mismo blog, costado izquierdo -obvio-).
La ya antigua discusión respecto a la libertad y el respeto a los derechos humanos en Cuba se ha visto renovada ultimamente a propósito del inusitado revuelo que ha causado el próximo viaje de la Presidenta Bachelet a la isla caribeña.
Creo que el tema medular que suele discutirse es si Cuba está o no bajo una dictadura: hoy por hoy parece haber consenso en que sí, al menos en función de la mayoría de las definiciones técnicas conocidas como por ejemplo, la definicion de la RAE: "Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país"...ahora bien, sabido es que las dictaduras se dan maña para ir estableciendo ordenamientos jurídicos propios y a la medida con el cual finalmente pretenden legitimarse, pero eso es harina de otro costal. Lo importante para el tema en cuestión es que al parecer la discusión ha pasado a centrarse en que si bien Cuba está bajo una dictadura ¿se trataría de una dictadura buena o mala?. Quienes defienden el argumento del "buen dictador" suelen poner como ejemplo que en Cuba hay muchos médicos, por lo tanto hay buena salud, educación gratis, trabajo y acceso a la cultura. Además se realizan elecciones periodicas de representantes locales en distintos ámbitos claro que sólo pueden ser de un solo partido y ser todos partidarios del régimen gobernante, por lo tanto no importa que no tengan libertad total tienen de todo lo demás.
Yo me pregunto ¿hay dictadores buenos?. Podríamos decir de Stalin que su gran obra fue el transformar a un país de una economía agrícola de subsistencia a potencia mundial económica, política y militar en menos de 50 años, por lo tanto no es tan malo que para lograrlo hayan muerto millones de rusos. De Pinochet se dice que su gran merito fue ordenar el caos politico, social y económico enque se encontraba Chile en el '73. Saddam Hussein tiene mèritos similares a los de Stalin, guardando las proporciones.
Sólo con estos botoncitos de muestra podríamos colegir que al parecer el discurso subyacente de la mayoría de los dictadores es "no es tan importante la falta de libertad, la represión y las muertes, porque nosotros hacemos muchas cosas buenas".
En mi opinión, a estas alturas de la historia y de la evolución humana debiera estar más que claro que no hay dictadores buenos, pero podemos elegir a nuestro dictador favorito de acuerdo al color de nuestro propio cristal y en ese caso más vale sincerarse y reconocer hidalgamente con qué clase de hijo de puta me identifico más.

Cuando una revolución se transforma en dictadura, es una doble tragedia (porque la revolución es siempre una tragedia; una tragedia épica pero tragedia al fin y al cabo). No se trata de promover que los yankees desembarquen en cuba un buen día y reconquisten su ex- colonia. El fondo del asunto es que sin libertad no es posible el desarrollo humano, sin debate no hay ideas nuevas y sin conflicto no puede haber algo llamado democracia.

miércoles, 7 de enero de 2009

A MI PADRE, DESAPARECIDO

Viene a mi mente el recuerdo de largas caminatas por los faldeos del cerro San Cristóbal junto a mi padre. Recuerdo que de niño me llamaba la atención la cantidad de cosas que sabía; casi no había respuesta que no tuviera sobre las cosas que yo le preguntaba.
Si algo se echaba a perder él se daba maña para arreglarlo...lo recuerdo sumergido con rostro serio en esos enormes televisores a tubos hasta dejarlos funcionando nuevamente.
Si ser él un gran artista de las cosas manuales recuerdo que se dió maña para hacer un barco pirata con un trozo de madera de 4x4 pulgadas, con sus velas, aparejos y escaleras de cuerdas que hizo las delicias de mi infancia durante largos años.
Yo sentía admiración por ese hombre recto y estricto en sus convicciones. De él y de mi madre aprendí a tener una postura decidida respecto a la justicia social, aprendí que no se podía permanecer indiferente frente a una situación de crisis como la que vivimos con el advenimiento de la dictadura.
Recuerdo también los almuerzos familiares de los domingos con el padre a la cabecera de la mesa y las eternas conversaciones que nos sorprendian hasta la hora de once y tal vez un poco más tarde.
Esas y otras evocaciones me recuerdan la imagen y presencia de mi padre desaparecido.
Si me preguntaran cuando fue que desapareció mi padre, forzozamente tendría que decir que no lo sé. Yo diría que fue desapareciendo de a poco, desvaneciéndose de manera casi imperceptible: cada día se diluía un poco y seguramente yo me iba a costumbrando cada vez a esa imagen mas y mas difusa....al menos eso puedo concluir ahora, despues de darme cuenta que ese señor que iba pasando no era él, no podía ser él porque no habia en esos ojos el brillo de antaño ni se oia en sus palabras la voz de la sabiduría acumulada por los años. Cuando escuché el fastidio y el odio en sus palabras, cuando sentí que no había allí un hombre orgulloso de su hijo, me di cuenta de que mi padre había desaparecido.
Seguramente algo tuvo que ver la dictadura: mi padre fue uno de los derrotados y nunca se recuperó del todo, pero el odio que habia en su corazón iba mas allà de los militares y del proyecto político truncado, pero ante la adversidad uno decide: Sobreponerse las veces que sea necesario o autocompadecerse es una decisión personal y tal vez al pasar de los años y al sumarse los fracasos y frustraciones él mismo decidió desaparecer bajo su propio llanto y amargura, bajo su propia impotencia y cobardía.
Lo miro pasar, a veces lo veo saliendo de la iglesia y no cruzamos palabras. No me interesa porque desconozco a ese señor que se parece a mi padre, pero no es él sino una sombra del pasado que sigue y sigue desapareciendo cada dia y desaparecerá tanto que un día ya no lo veré más cruzando la calle hacia la iglesia o esperando la micro en alguna esquina y mas allá de ese día seguira desapareciendo hasta desvanecerse definitivamente de la memoria y el viento se habrá llevado las huellas de sus pasos y el eco de su voz dejará sólo un hueco vacío y frío en esta alma donde no hay perdón, pero tampoco olvido.