jueves, 20 de enero de 2011

MARIDO O AMANTE?

Recuerdo cierta anécdota: habíamos llegado yo y ella a la furtiva cabaña que cobijaba nuestros encuentros. Mientras nos acomodábamos divisé un pequeño televisor y dije -en tono de broma mientras miraba el aparato- “¿irán a transmitir el partido?...” Ella se volteó y me dijo “Oye! Compórtate como un amante y no como un marido!”

Esto no es casualidad, no es gratuito y no es una broma inocente. ¿Cuál es la diferencia entre ser amante y ser marido?. No existe una estadística que nos diga cuántos amantes y cuantos maridos hay en el mundo, pero lo cierto es que la institución del amante está lejos de extinguirse; mas bien crece y se extiende día a día por lo cual me atrevería a decir que hoy en día hay tantos amantes como maridos…al menos.

Pero, ¿Dónde está la diferencia entre ser amante y marido? Yo creo que está en la manera de amar, en la manera de relacionarse. El amante no siente esa satisfacción del “deber cumplido” y no se sienta en un sillón a echar panza mirando la tele mientras los críos revolotean por la casa. Para mantenerse amante hay que mantenerse alerta, ser amante significa cada vez una forma distinta de seducción, el amante busca y necesita siempre sorprender y está dispuesto a superar todo tipo de dificultades. El marido puede estar cansado o no tener tiempo para su esposa pero para su amante se busca el tiempo a la hora de colación o está dispuesto a despertarse más temprano o dormirse más tarde.

El amante no habla mucho de problemas, mas bien se ocupa rápidamente de los problemas porque lo importante es generar el encuentro. Con el amante nunca hay grandes proyectos en conjunto que no sean el próximo encuentro, la próxima luna de miel (porque con un amante todas las lunas son lunas de miel). Por lo mismo, con un amante siempre hay espacio para las individualidades. Un amante no pide explicaciones y tampoco las da. Cuando comienzan las explicaciones es porque el amante ha empezado a morir...o a transformarse en marido.

El amante siempre se baña, se perfuma, se preocupa por seducir con su imagen, con su actitud, con sus palabras.

Soy de los que creen que el matrimonio es una institución obsoleta y extemporánea que resulta incompatible con la vida moderna sobre todo por el lugar que ha ido alcanzando la mujer en la sociedad: la mayor independencia y autonomía de ellas no calza en el molde patriarcal del matrimonio tradicional.

Hay que ser amante entonces. Hay que vivir el amor como un amante.

Un marido es un amante que se dejó atrapar por el peso de la rutina.

Un marido es o será un toro castrado….y con así unos cachos!!