lunes, 6 de octubre de 2008

UNO DE TANTOS RENACIMIENTOS


Me parece tan dificil de creer que fue hace 20 años.Yo vivia en la Argentina....pero no nos adelantemos!
Primero debo mencionar que soy uno de tantos chilenos que crecimos en dictadura casi sin conocer la democracia pues el golpe militar sobrevino a mis 5 años y la imagen más viva que tengo de ese día es la de los Hawker Hunter pasando en vuelo rasante sobre mi casa.
Por lo tanto cuando sobrevino la adolescencia, el idealismo y comenzaron a perfilarse las opciones de vida, muchos jovenes de aquellos años teniamos claro que era lo que queriamos y que era lo que no queríamos (almenos eso pensábamos). En todo caso, el sistema te facilitaba bastante las cosas: si estabas en contra del tirano, derechamente eras comunista sin ninguna posibilidad de intermedios.
Sin embargo yo nunca leí a Marx ni a Engels ni canté "La internacional". Más bien leíamos "La Bicicleta" el Fortín Mapocho y la revista "Solidaridad" (que traian mis viejos de la iglesia) y cantábamos canciones de Silvio Rodríguez, Pato Manns, Quilapayún o Víctor Jara que aprendíamos gracias a los cassettes que circulaban de mano en mano, grabados de quizás donde porque toda esa música estaba prohibida.
Por tanto nuestra idea -como adolescentes que éramos- acerca de la justicia social, la libertad y el derecho se formó por oposición, es decir, pensando en aquellos que seíamos que no teniamos o en aquello que existía pero que no nos gustaba.
Recuerdo que en aquellos años una de las bromas más recurrentes cuando alguno se iba a algún retiro juvenil o cosas por el estilo era -"¿sabes? mientras andabas en el retiro (o de vacaciones o lo que sea)...¡¡cayó Pinochet!! y la frase "Cuando caiga" se volvió sinónimo de "El día del níspero".
Sin embargo, como no hay plazo que no se cumpla incluso para el dictador, la oportunidad llegó en octubre de 1988 de acuerdo al itinerario trazado por el mismo Pinochet en su intención de perpetuarse en el poder.
En ese año me hallaba viviendo en la ciudad argentina de Neuquén, el año anterior había terminado la secundaria y trabajaba en una compraventa de autos. Durante el verano del '88 me había inscrito para votar en una viaje a Chile durante las vacaciones.
Sucedió que en el trabajo no me quisieron dar permiso para venir a Chile a votar y tampoco me quisieron anticipar dinero, por lo cual tomé la opción de venirme "a dedo" desde Neuquen y con los pocos australes que aun me quedaban...
Para resumir, diré que el viaje duró unos 5 días, Dormí dos noches a la intemperie, crucé a pié desde San Martín de Los Andes hasta Pirihueico y recien en Lanco logré abordar un tren hasta Santiago.

El resto es historia: Ganó el NO y la alegría llegó desbordante al menos por unos pocos días en los que nos dimos el gusto de derrotar a la dictadura sin odio, sin miedo y sin violencia y celebrarlo.
No sé si hoy volvería a hacer lo mismo con tal de votar (lo dudod mucho). Lo que sí me queda cada vez más claro a medida que pasa el tiempo es que en los jóvenes de aquellos años no luchamos por la libertad o la democracia perdida, sino por nuestra propia utopía adolescente, por nuestra propia idea de como debian ser las cosas y en algún momento simplemente chocamos con la realidad y en eso está la génesis de lahonda decepción que sobrevino despues.

Me quedo en todo caso con el espíritu de octubre del '88 donde no importaba el color político sino las ganas de zafarse a Pinochet, de los apoderados de mesa del SÍ convidandonos sandwich y gaseosas a los del NO. De la alegría tan contenida y luego desbordada al día siguiente, con la gente colocando claveles a los Carabineros y pasándoles a sus hijos para que los sostuvieran en brazos.
Eso no es mito urbano YO LO VÍ