domingo, 15 de febrero de 2015

ESCRIBO PORQUE SÍ...

Le pregunte si podía escribirle. Me dijo que no y lo acepté sin preguntas. Simplemente no quise saber las razones. Solo recordar aquellos años en que nos escribíamos profusamente.  Ella vivía lejos y estábamos enamorados. Nos escribíamos cartas a mano de esas que ya no se usan. No solo recordaba la emoción de enviar una carta o recibir la vista del cartero sino también la cantidad de cosas que nos contábamos. Nuestras cartas eran largas, de varias hojas y cada carta no era tan solo un resumen de actividades cotidianas  sino un montón de reflexiones acerca de la vida que nos hacían reir y también nos provocaban un sinfín de emociones.
Era lindo escribirse, en aquellos tiempos sentía que tenía tantas cosas que decir y que ella era capaz de entenderme, de descifrarme e interpretarme.
Fueron tiempos bellos. De alguna forma extrañaba eso, quería sentir nuevamente esa emoción epistolar…sólo eso. No iba en busca de una nueva oportunidad ¿para que?. No solo sentía la necesidad de decir cosas sino también la necesidad de experimentar emociones.  Antes sentía que tenía tantas cosas que decir. En realidad ahora también lo siento pero simplemente no las digo porque creo que a nadie le interesa. Por alguna razón extraña en esta supuesta era de las comunicaciones, simplemente me convertí en un hombre de pocas palabras, muchos pensamientos y pocas emociones.
Yo no soy de los que piensan que todo tiempo pasado fue mejor, pero creo que aun no he logrado adaptarme a la dinámica de las comunicaciones modernas con su pragmatismo, inmediatez y falta de poesía. En algún momento de la vida escribí mucho: escribí cartas, escribí cuentos, escribí poesía, escribí informes. En algún momento lo dejé de hacer y ahora siento que hay algo que falta, algo que sea capaz de generar sentidos porque ¿qué es vivir sin un sentido?....solamente existir como existen las piedras, y existir es distinto de vivir.

No niego que me dolió su negativa, pero está bien. Tal vez era el necesario punto final que le faltaba a nuestra historia. Yo seguiré escribiendo, pero esta vez como un naufrago que arroja botellas al mar desde una isla solitaria tal vez no para ser rescatado, sino para que el resto del mundo sepa que en la inmensidad del océano todavía  hay alguien que está vivo.