CRONICAS DEL SEGUNDO RENACIMIENTO
martes, 14 de julio de 2020
domingo, 15 de febrero de 2015
ESCRIBO PORQUE SÍ...
Le pregunte si podía escribirle. Me dijo que no y lo acepté
sin preguntas. Simplemente no quise saber las razones. Solo recordar aquellos
años en que nos escribíamos profusamente. Ella vivía lejos y estábamos enamorados. Nos escribíamos
cartas a mano de esas que ya no se usan. No solo recordaba la emoción de enviar
una carta o recibir la vista del cartero sino también la cantidad de cosas que
nos contábamos. Nuestras cartas eran largas, de varias hojas y cada carta no
era tan solo un resumen de actividades cotidianas sino un montón de reflexiones acerca de la
vida que nos hacían reir y también nos provocaban un sinfín de emociones.
Era lindo escribirse, en aquellos tiempos sentía que tenía
tantas cosas que decir y que ella era capaz de entenderme, de descifrarme e
interpretarme.
Fueron tiempos bellos. De alguna forma extrañaba eso, quería
sentir nuevamente esa emoción epistolar…sólo eso. No iba en busca de una nueva
oportunidad ¿para que?. No solo sentía la necesidad de decir cosas sino también
la necesidad de experimentar emociones. Antes
sentía que tenía tantas cosas que decir. En realidad ahora también lo siento
pero simplemente no las digo porque creo que a nadie le interesa. Por alguna
razón extraña en esta supuesta era de las comunicaciones, simplemente me
convertí en un hombre de pocas palabras, muchos pensamientos y pocas emociones.
Yo no soy de los que piensan que todo tiempo pasado fue
mejor, pero creo que aun no he logrado adaptarme a la dinámica de las
comunicaciones modernas con su pragmatismo, inmediatez y falta de poesía. En algún
momento de la vida escribí mucho: escribí cartas, escribí cuentos, escribí
poesía, escribí informes. En algún momento lo dejé de hacer y ahora siento que
hay algo que falta, algo que sea capaz de generar sentidos porque ¿qué es vivir
sin un sentido?....solamente existir como existen las piedras, y existir es
distinto de vivir.
No niego que me dolió su negativa, pero está bien. Tal vez
era el necesario punto final que le faltaba a nuestra historia. Yo seguiré
escribiendo, pero esta vez como un naufrago que arroja botellas al mar desde
una isla solitaria tal vez no para ser rescatado, sino para que el resto del mundo
sepa que en la inmensidad del océano todavía hay alguien que está vivo.
miércoles, 11 de junio de 2014
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