-El niño estaba sentado solo en un banco del patio, jugando con un palo y levantando tierra con los pies. Me acerqué y le pregunté qué le pasaba "Tengo rabia" me dijo...¿rabia de qué? "tengo rabia de la vida"...-
Cuando lo recuerdo y aún cuando lo escribo no puedo dejar de emocionarme ¿cómo se puede tener rabia de la vida a los casi 11 años?.
En el último tiempo me he dado cuenta de que si bien es difícil ser padre, puede ser tan o mas difícil ser hijo sobre todo cuando el cariño de los padres está dividido y en ese contexto uno se ve en la necesidad o e la obligación de tomar partido. Por muy neutral que se quiera ser, a fin de cuentas las circunstancias siempre terminan provocando que se genere algún tipo de alianza con una de las dos partes, ya sea por afinidad o por sentido de justicia.
Yo estoy se parado de mi esposa hace ya varios años, pero no estoy separado de mi hijo. Sin embargo él no ha dejado de ser la caja de resonancia de los conflictos que aun persisten entre nosotros y esta situación se va volviendo mas compleja en la medida que el pequeño se va haciendo mas grande e inteligente. La capacidad de comprender, analizar, cuestionar en inferir le va construyendo un laberinto de sentimientos cada vez mas tortuoso a medida que se desarrolla.
Por otra parte, como hijo me toca ser parte en el juicio por el divorcio de mis padres....estuve con complicaciones estomacales varias al menos tres días antes de la audiencia (Es bastante esquizofrénico esto de verme enfrentado en un tribunal con ese señor que veo todos los días en casa con el cual a veces comparto una taza de té y comentamos las noticias o el partido de la selección). Creo que todo se resolvería mas fácil si tuviera odio en el corazón. El odio resulta funcional en este tipo de situaciones porque te entrega cierta coherencia entre sentimientos y acción, pero resulta que ese no es mi caso: sólo siento retorcijones de guata y ganas de que esto termine de una buena vez. Pero no terminó, la audiencia quedó pospuesta para quizás cuando y esto se alarga cual telenovela mexicana y persiste la inevitable sensación de "esto no debería estar sucediendo".
Llego a casa por la tarde el día de la audiencia y el mismo señor con el que nos mirábamos desde trincheras opuestas en el tribunal por la mañana me ofrece una taza de té y me notifica que hay fiambre en el refrigerador por si me quiero preparar un sandwich...una mierda, todo esto es una mierda.
Por todo esto es que no me cuesta empatizar con mi hijo y su sentimiento de rabia vital. Aún con la cantidad de años que hay entre nosotros nuestras historias de tiempo presente se parecen y se parecen demasiado.
1 comentario:
Mucho ánimo, paciencia y alegría, aunque no pinte para nada.
Besos a Fran
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