sábado, 29 de septiembre de 2007

Está claro que me cuesta mucho menos trasnochar que levantarme temprano.
La noche es extraña y hermosa. Trabajar de noche tiene su encanto, es distinto incluso tratandose de los mismos compañeros de labores.
Tiene su encanto peculiar salir por la mañana cuando la ciudad aun bosteza, salir rumbo a casa cuand la mayoría de las personas va rumbo a su trabajo, caminar por las calles apenas iluminadas por el sol naciente y esa sensación de "caña seca", de resaca sin alcohol.
Santiago no es tan feo, hay que saber encontrarle el lado.

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