sábado, 26 de junio de 2010

EL AMOR, LOS MUNDIALES Y LA VIDA

De vez en cuando la vida
Nos besa en la boca
Y a colores se despliega como un atlas…
(J.M Serrat)


Mi profesor de fútbol en la universidad decía que uno es en la cancha como es en la vida. Yo lo llevo un poco más allá y digo que el fútbol en sí es una metáfora de la vida misma (ya saben: “todas las cosas son metáfora de otra”) y este mundial ha sido especial: tantos años jugando a no-perder y ahora nos damos cuenta que también podemos jugar para ganar y que los méritos que definen una u otra cosa se resuelven por decisiones propias. El mejor ejemplo es el partido contra España: no perdimos porque tal o cual juega en el Barcelona o el Real Madrid, no porque ganen diez veces más que el mejor pagado de los nuestros o porque sean los campeones de la última eurocopa, sino por errores puntuales del un par de jugadores que olvidaron el libreto.
Pero la mejor metáfora de estos días de pasión mundialera es la metáfora de la fiesta y de esa necesidad de reunirse, aclanarse y celebrar. Logramos dejar de lado el individualismo impuesto por el libremercado y dejamos fluir nuestras raices tribales atávicas que se reflejan en los cánticos, las danzas la música y los rostros pintados, pero sobre todas las cosas, el sentido del disfrute, el permitirse soñar y el no dar espacio al sentimiento negativo y derrotista, porque -claro- la derrota es una posibilidad cierta en cualquier deporte, pero hoy por hoy nadie piensa en eso. Simplemente queremos soñar un futuro lindo y disfrutar a concho el presente mientras dure y cuando pienso en ese sentimiento, también pienso en el amor. El amor, la pasión y el fútbol van alegremente de la mano y tal vez las historias de amor debieran vivirse como se vive un mundial cuando tu selección participa.
Intelectualizar demasiado una relación es como amar cobardemente y como dice Silvio, los amores cobardes no llegan a amores, ni siquiera a historias. Dejar tanto espacio al análisis la historia y la estadística le resta espacio a la emoción del próximo partido y en el amor el exceso de realismo y pragmatismo también termina matando las pasiones. Enamorarse es una fiesta, cuando encuentras a la persona “indicada” es como clasificar a un mundial y puedes soñar con la copa –que podría ser el “y vivieron felices para siempre”-, pero claro, hay que ir superando etapas, ganar partidos y en algunos casos puedes perder pero igual lograr un objetivo superior gracias a los méritos anteriores, pero lo más importante, creo yo, es permitirse disfrutar, soñar y vivir “a concho” el presente mientras dure….si nos va mal sufriremos lo que haya que sufrir y pensaremos en el próximo mundial, en el próximo amor, pero este Sudáfrica 2010, ese amor grandioso no lo olvidaremos nunca, no por los logros o las metas cumplidas, sino por lo que hemos vivido.

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