miércoles, 7 de enero de 2009

A MI PADRE, DESAPARECIDO

Viene a mi mente el recuerdo de largas caminatas por los faldeos del cerro San Cristóbal junto a mi padre. Recuerdo que de niño me llamaba la atención la cantidad de cosas que sabía; casi no había respuesta que no tuviera sobre las cosas que yo le preguntaba.
Si algo se echaba a perder él se daba maña para arreglarlo...lo recuerdo sumergido con rostro serio en esos enormes televisores a tubos hasta dejarlos funcionando nuevamente.
Si ser él un gran artista de las cosas manuales recuerdo que se dió maña para hacer un barco pirata con un trozo de madera de 4x4 pulgadas, con sus velas, aparejos y escaleras de cuerdas que hizo las delicias de mi infancia durante largos años.
Yo sentía admiración por ese hombre recto y estricto en sus convicciones. De él y de mi madre aprendí a tener una postura decidida respecto a la justicia social, aprendí que no se podía permanecer indiferente frente a una situación de crisis como la que vivimos con el advenimiento de la dictadura.
Recuerdo también los almuerzos familiares de los domingos con el padre a la cabecera de la mesa y las eternas conversaciones que nos sorprendian hasta la hora de once y tal vez un poco más tarde.
Esas y otras evocaciones me recuerdan la imagen y presencia de mi padre desaparecido.
Si me preguntaran cuando fue que desapareció mi padre, forzozamente tendría que decir que no lo sé. Yo diría que fue desapareciendo de a poco, desvaneciéndose de manera casi imperceptible: cada día se diluía un poco y seguramente yo me iba a costumbrando cada vez a esa imagen mas y mas difusa....al menos eso puedo concluir ahora, despues de darme cuenta que ese señor que iba pasando no era él, no podía ser él porque no habia en esos ojos el brillo de antaño ni se oia en sus palabras la voz de la sabiduría acumulada por los años. Cuando escuché el fastidio y el odio en sus palabras, cuando sentí que no había allí un hombre orgulloso de su hijo, me di cuenta de que mi padre había desaparecido.
Seguramente algo tuvo que ver la dictadura: mi padre fue uno de los derrotados y nunca se recuperó del todo, pero el odio que habia en su corazón iba mas allà de los militares y del proyecto político truncado, pero ante la adversidad uno decide: Sobreponerse las veces que sea necesario o autocompadecerse es una decisión personal y tal vez al pasar de los años y al sumarse los fracasos y frustraciones él mismo decidió desaparecer bajo su propio llanto y amargura, bajo su propia impotencia y cobardía.
Lo miro pasar, a veces lo veo saliendo de la iglesia y no cruzamos palabras. No me interesa porque desconozco a ese señor que se parece a mi padre, pero no es él sino una sombra del pasado que sigue y sigue desapareciendo cada dia y desaparecerá tanto que un día ya no lo veré más cruzando la calle hacia la iglesia o esperando la micro en alguna esquina y mas allá de ese día seguira desapareciendo hasta desvanecerse definitivamente de la memoria y el viento se habrá llevado las huellas de sus pasos y el eco de su voz dejará sólo un hueco vacío y frío en esta alma donde no hay perdón, pero tampoco olvido.

3 comentarios:

Unknown dijo...

pelaito:
Encuentro tan dolorosa la crónica, entiendo tus sentimientos, así como la de muchos otros hombres que han perdido o estan perdiendo a su padre de a poco.
Suele suceder que se cree que las pérdidas sólo las entrega la muerte, sin embargo existen estas otras, en las que la persona amada se va desdibujando poco a poco a veces no habla, otras no contesta, y todo este proceso se va viviendo con el corazon desgarrado sin saber que hacer para atrapar a este espejísmo que, mientras más te acercas, parece que se alejara aún más.
A veces el callar y esperar cuesta más que gritar, el esfuerzo que se hace para no remecer al otro, para no gritar "mirame estoy aqui" va deshojando la garganta como una cebolla, que en silencio te hace llorar las más profundas y dolorosas lagrimas.
A veces, simplemente, hay que dejarlo ir, hay que dejarlo renacer en silencio para que sea más fuerte, para que sea más sano, menos dañado por la vida y la desconfianza.
A veces, hay que dejarlo pasar por nuestro lado como si no nos viera para que al final de su vida recuerde que un día nos vió, y prefirió esfumarce en aquello que resulta tan fácil para el ser humano: la indiferencia . Esa que se siente , incluso en la voz lejana que se apaga lentamente.
Sin embargo creo que el perdon y el olvido sí sanan, sí cierran todas las heridas para dejar nacer un ser nuevo , ese, en el que los recuerdos le hacen sonreir y no llorar

alejandramapola dijo...

Màs de una vez lo hablamos, te empeñas en algo sin sentido. ya sabes el dicho...a la fuerza jamàs hay cariño, por màs que el otro se empeñe. Nunca nadie deja un amor por una mor menor y eso le pasò a tu viejo y a otros viejos que he conocido y quizàs , en alguna medida, al viejo de mis hijos. Algunos padres son padres hasta que viven con sus hijos, luego cuando se dan cuenta de que pueden subsistir sin ellos, les da un poco igual, por que creen que la subsistencia està teñida solo de pan, leche y alguna pilcha que ponerse...crasso error, pero ellos no lo saben, ni siquiera lo atisban. Es una especie de incapacidad...es màs si tu viejo leyera esto, tal vez llorarìa pa' callao, pero luego se le pasarìa.
Ojalà esta catarsis tan en tu estilo te sirva pa limpiar el alma que es lo ùnico propio que nos va quedando. Salud.

Paula Vientonorte dijo...

No comento nada, porque no podría evitar hacer sugerencias que no me haz pedido, sacar mi propia experiencia de hija abandonada del todo, como si una cosa se puediera comparar con la otra o como si yo tuviera alguna clase de autoridad que me permitiera sugerir un sentido de las cosas que nadie puede dar a nadie.